¿Las polillas pican y son peligrosas?

A diferencia de los mosquitos o las chinches, las polillas no pican ni muerden a las personas. De hecho, la mayoría de las especies adultas ni siquiera se alimentan, ya que su principal objetivo en esta etapa es reproducirse. Su aparato bucal no está diseñado para perforar la piel, sino para absorber líquidos, como el néctar de las flores en algunas especies.

Sin embargo, es común que la gente confunda reacciones alérgicas o irritaciones con picaduras de polilla. Esto puede ocurrir cuando se tiene contacto con sus larvas o con las diminutas escamas que cubren sus alas y cuerpo, las cuales pueden causar picazón o enrojecimiento en pieles sensibles. Pero, en realidad, no se trata de una picadura, sino de una reacción al contacto.

Aunque a algunas personas les causa miedo, en general, las polillas no son peligrosas para las personas. No pican, no transmiten enfermedades y tampoco representan una amenaza directa para la salud. Sin embargo, algunas especies pueden causar molestias indirectas o problemas menores en el hogar.

Por ejemplo, las larvas de las polillas de la ropa se alimentan de fibras naturales como la lana, la seda o el algodón. Esto puede provocar daños en prendas, alfombras o mantas si no se detectan a tiempo. Por otro lado, las polillas de los alimentos suelen aparecer en la despensa y contaminar productos secos como harinas, cereales o frutos secos, lo que obliga a desecharlos.

En principio, las polillas no representan un peligro real para las mascotas. Ni los perros ni los gatos suelen sufrir consecuencias graves si se cruzan con una polilla o incluso si llegan a comérsela. La mayoría de estas pequeñas mariposas nocturnas son inofensivas y no contienen sustancias tóxicas.

Sin embargo, como ocurre con muchos insectos, ingerir grandes cantidades o hacerlo con frecuencia podría causarles una leve molestia estomacal, sobre todo en animales con digestiones sensibles. En algunos casos, las polillas que provienen de ambientes contaminados o que han estado en contacto con productos químicos pueden resultar irritantes o causar vómitos.

También hay que tener precaución con las larvas o huevos de polilla que puedan encontrarse en la comida o en tejidos. Si una mascota muerde o juega con ropa infestada, podría ingerir sin querer estos restos, lo que no suele ser grave, pero conviene evitarlo para prevenir molestias digestivas o reacciones alérgicas.

Aunque las polillas adultas son inofensivas, sus orugas pueden causar irritaciones en la piel debido a los pequeños pelos urticantes que algunas especies poseen. Estos pelos liberan sustancias que provocan picor, enrojecimiento o una leve erupción al entrar en contacto con la piel.

Si notas una reacción tras tocar una oruga de polilla, lo más recomendable es seguir estos pasos:

• Lava la zona afectada con agua fría y jabón suave para eliminar los pelos o sustancias irritantes.
• Evita rascarte, ya que podrías empeorar la irritación o causar una infección.
• Aplica una compresa fría o una crema calmante con aloe vera o calamina para reducir el picor.
• Si el enrojecimiento o la picazón son intensos, puedes usar una crema antihistamínica o de hidrocortisona (siempre bajo recomendación médica o farmacéutica).
• En caso de que la reacción sea más fuerte, por ejemplo, si aparecen hinchazón, ampollas o dificultad para respirar, busca atención médica de inmediato.

Estas reacciones suelen ser leves y desaparecen en pocas horas o días, pero es importante no manipular orugas desconocidas, ya que algunas especies pueden ser más urticantes que otras.

Mantener el hogar libre de polillas no requiere el uso de productos químicos agresivos. Existen alternativas ecológicas y efectivas que ayudan a prevenir su aparición y mantener un ambiente saludable. La clave está en la limpieza, la ventilación y algunos remedios naturales que actúan como repelentes. Vamos a ver cuáles son los mejores consejos para evitar que las polillas y orugas acampen en casa de forma ecológica:

• Limpieza regular y orden: a las polillas les gustan los lugares oscuros y poco alterados. Aspira con frecuencia los rincones, armarios y alfombras, y limpia bien los cajones o estanterías donde guardes ropa o alimentos. Mantener el orden reduce sus escondites y evita que depositen huevos.
• Ventila los armarios y revisa la ropa: de vez en cuando, saca las prendas guardadas durante mucho tiempo y sacúdelas. Las polillas prefieren las fibras naturales como lana o algodón, sobre todo si hay restos de sudor o humedad. Lavar y ventilar la ropa es una de las mejores formas de prevenirlas.
• Usa aromas naturales repelentes: algunas fragancias resultan muy desagradables para las polillas. Puedes colocar bolsitas de lavanda seca, hojas de laurel, clavo de olor o cáscaras de naranja en los armarios y cajones. Además de ser ecológicas, dejarán un aroma fresco y agradable en tu ropa.
• Controla la humedad: las polillas prosperan en ambientes húmedos. Usar bolsas de sílice, bicarbonato o arroz en los armarios ayuda a mantenerlos secos y a evitar que las larvas se desarrollen.
• Revisa los alimentos almacenados: en la despensa, guarda los productos secos (harinas, cereales, frutos secos, etc.) en recipientes herméticos de vidrio o metal. Así evitarás que las polillas de los alimentos pongan huevos en ellos.

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