Volcán estromboliano: qué es, características, lava y ejemplos 

Un volcán estromboliano es un tipo de volcán caracterizado por erupciones explosivas moderadas y periódicas, en las que se expulsan fragmentos incandescentes de lava, cenizas y gases a intervalos regulares. Su nombre proviene del volcán Stromboli, situado en las islas Eolias (Italia), que ha estado activo de manera casi continua durante más de 2.000 años y sirve como modelo de este tipo de actividad volcánica.

• Erupciones explosivas moderadas: las explosiones ocurren a intervalos regulares, con una intensidad suficiente para lanzar fragmentos incandescentes, pero sin causar destrucciones masivas.
• Emisión de lava viscosa: la lava suele ser de composición basáltica o andesítica, más densa que la de los volcanes hawaianos, lo que produce coladas más lentas y gruesas.
• Proyección de materiales piroclásticos: las erupciones expulsan bombas volcánicas, lapilli y cenizas, que pueden acumularse alrededor del cráter y formar conos de escoria.
• Gases volcánicos abundantes: el magma contiene burbujas de gas que se expanden y explotan al alcanzar la superficie, generando las típicas explosiones estrombolianas.
• Actividad prolongada en el tiempo: muchos volcanes de este tipo permanecen activos durante siglos, alternando fases de calma con explosiones periódicas.

La lava de un volcán estromboliano se caracteriza por ser más viscosa que la de los volcanes hawaianos, aunque no tanto como la de los tipos más explosivos, como los vulcanianos o plinianos. Esta viscosidad intermedia hace que las coladas de lava avancen lentamente, formando estructuras irregulares y superficies rugosas.

Generalmente, la composición de la lava estromboliana es basáltica o andesítica, lo que significa que contiene una cantidad moderada de sílice (entre el 50% y el 60%). Esa proporción influye en su densidad y en la forma en que fluye al salir del cráter.

Entre las principales características de esta lava destacan:

• Temperatura elevada: suele oscilar entre 1.000 °C y 1.200 °C.
• Flujo lento y espeso: al ser más viscosa, no se extiende a grandes distancias; forma coladas cortas y gruesas.
• Superficie rugosa y fragmentada: al enfriarse, genera escorias, bloques y texturas irregulares.
• Color rojizo o negro intenso: debido al alto contenido de hierro y magnesio.

Te animamos a leer también este otro post sobre la Diferencia entre magma y lava.

Stromboli (Italia)

El volcán Stromboli, situado en las islas Eolias, al norte de Sicilia, es el ejemplo más famoso y el que da nombre a este tipo de erupciones. Conocido como el “Faro del Mediterráneo”, ha permanecido activo durante más de dos milenios, ofreciendo erupciones visibles casi todos los días.

Sus explosiones regulares lanzan fragmentos incandescentes a varios cientos de metros de altura, acompañados de pequeñas coladas de lava. Gracias a su comportamiento predecible, es uno de los volcanes más estudiados y visitados del mundo.

Paricutín (México)

El Paricutín, ubicado en el estado de Michoacán, es uno de los volcanes más jóvenes del planeta. Nació en 1943 cuando un campesino vio cómo la tierra de su campo se abría y comenzaba a expulsar humo y cenizas.

En apenas un año, el cono alcanzó más de 400 metros de altura. Su erupción duró nueve años, sepultando pueblos cercanos como Paricutín y San Juan Parangaricutiro. Es un ejemplo clásico de cómo un volcán estromboliano puede surgir de forma repentina y desarrollarse rápidamente.

Pacaya (Guatemala)

El volcán Pacaya, situado cerca de la ciudad de Antigua Guatemala, es uno de los más activos de América Central. Presenta erupciones frecuentes de tipo estromboliano, con columnas de ceniza, emisión de gases y coladas de lava que descienden por sus laderas.

Cerro Negro (Nicaragua)

El Cerro Negro, en el noroeste de Nicaragua, es otro volcán estromboliano relativamente joven, surgido en 1850. Desde entonces ha tenido más de veinte erupciones registradas.

Hoy es conocido no solo por su actividad volcánica, sino también por una curiosa actividad turística: el “volcano boarding”, una especie de descenso con tabla por sus laderas de arena volcánica.

Montaña de Fuego (Guatemala)

La Montaña de Fuego, o Volcán de Fuego, es uno de los más activos de Centroamérica y forma parte del complejo volcánico junto al Acatenango. Sus erupciones estrombolianas ocurren cada pocos minutos, con explosiones que lanzan ceniza y material incandescente.

Aunque su actividad suele ser moderada, en ocasiones puede intensificarse y alcanzar fases más violentas, como la trágica erupción de 2018.

Existen varios tipos de volcanes, y cada uno se distingue por la composición del magma, la temperatura y velocidad de la lava, y el modo en que se libera el gas del interior de la Tierra.

La erupción estromboliana se caracteriza por explosiones moderadas y periódicas, causadas por burbujas de gas que ascienden y estallan al llegar a la superficie. El magma de estos volcanes es basáltico o andesítico, lo que da lugar a coladas de lava de velocidad intermedia y una temperatura que ronda los 1.000–1.200 °C. El material expulsado incluye fragmentos incandescentes, cenizas y bombas volcánicas que se acumulan alrededor del cráter, formando conos escoriáceos.

Si comparamos los principales tipos de volcanes, las diferencias son claras:

• Volcanes hawaianos: presentan erupciones muy fluidas y poco explosivas. Su magma es extremadamente caliente y con baja viscosidad, lo que permite que las coladas de lava se desplacen a gran velocidad y cubran grandes extensiones. En contraste, la lava estromboliana es más densa y avanza lentamente.
• Volcanes vulcanianos: sus erupciones son más violentas y breves, con grandes cantidades de ceniza y fragmentos sólidos. El magma es más viscoso, lo que aumenta la presión antes de cada explosión.
• Volcanes plinianos: son los más explosivos y peligrosos. Su magma rico en sílice atrapa los gases, generando columnas eruptivas que pueden alcanzar decenas de kilómetros de altura. Ejemplos históricos son el Vesubio o el Monte Santa Helena.
• Volcanes peleanos: liberan una lava extremadamente viscosa que apenas fluye. Sus erupciones producen nubes ardientes o flujos piroclásticos devastadores.

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