Curiosidades de los renos

En invierno, cuando el suelo está cubierto por capas gruesas de nieve y hielo, los renos usan su olfato altamente desarrollado para detectar y desenterrar líquenes. Este alimento constituye la base de su dieta invernal, ya que les proporciona energía y, sobre todo, la capacidad de resistir temperaturas que pueden caer por debajo de los –40 °C. Aquí puedes leer sobre Qué son los líquenes y sus tipos.

Cuando llega el verano y la tundra vuelve a llenarse de vida, los renos cambian radicalmente su menú. Se alimentan de hierbas, hojas, brotes tiernos, flores silvestres e incluso hongos, aprovechando al máximo la corta temporada cálida para recuperar la masa corporal perdida durante el invierno.

• Ambos pertenecen a la familia de los cérvidos, pero representan ramas diferentes de ese extenso linaje. Por un lado, el reno está adaptado para sobrevivir en las vastas regiones árticas y subárticas, desde Escandinavia hasta Siberia y Alaska. En cambio, el alce prefiere los bosques boreales, pantanos y zonas con abundante vegetación arbustiva, donde puede alimentarse de hojas, ramas y brotes de árboles.
• Además, mientras el reno vive en grandes manadas que pueden migrar cientos de kilómetros cada año, el alce es un animal relativamente solitario, más territorial y de movimientos lentos.
• En cuanto a su aspecto, el alce es el cérvido más grande del mundo, alcanzando hasta 2,1 metros de altura en la cruz y más de 600 kilos de peso. Sus astas, planas y anchas, pueden superar los 1,5 metros de longitud y pesar más de 20 kilos. El reno, en cambio, es mucho más pequeño, con un cuerpo más compacto y patas más cortas, lo que le permite desplazarse con agilidad sobre la nieve profunda.

En este artículo puedes conocer más sobre el Alce: características, tipos, dónde vive y qué come.

Durante el verano, cuando el sol brilla casi las 24 horas del día en las regiones polares, los ojos de los renos tienen un tono marrón-dorado brillante. Este color ayuda a reflejar la abundante luz y evitar el deslumbramiento, protegiendo su visión mientras pastan en un entorno donde la radiación solar puede ser intensa, incluso a bajas temperaturas.

Sin embargo, cuando llega el invierno y la oscuridad domina el paisaje ártico durante semanas, los ojos de los renos cambian a un tono azul profundo. Este cambio no es superficial ni decorativo, sino que tiene una función clave. El azul permite que sus ojos reflejen menos luz dentro de la retina, aumentando la sensibilidad visual y permitiéndoles detectar los mínimos destellos en la penumbra invernal. Es como si desarrollaran visión nocturna natural.

Los científicos reconocen más de 9 subespecies de renos dentro de la especie Rangifer tarandus. Se pueden dividir principalmente en dos grandes grupos: los renos euroasiáticos, que se encuentran en Escandinavia y Rusia, y los caribúes americanos, que habitan en Alaska, Canadá y parte de Groenlandia.

Aunque “reno” y “caribú” se usan a menudo como si fueran animales distintos, en realidad se trata de la misma especie. La diferencia está en su relación con el ser humano y el lugar donde viven. En Eurasia se les llama renos, y muchos de ellos están domesticados. En cambio, en América del Norte, donde aún viven en total libertad, reciben el nombre de caribú, una palabra que proviene del idioma micmac de los pueblos indígenas del este de Canadá y significa “el que rasca la nieve”, en referencia a su hábito de excavar para encontrar líquenes.

También existen diferencias en el tamaño y las astas. Los renos domesticados suelen ser más pequeños y dóciles, adaptados al trabajo y al transporte. Por el contrario, los caribúes salvajes de Alaska pueden superar los 180 kilos y tener astas mucho más desarrolladas, ya que no han pasado por procesos de domesticación.

El papel ecológico de los renos es crucial, ya que al migrar, tanto los renos de Eurasia como los caribúes de América del Norte, cumplen varias funciones, como:

• Fertilizar los suelos con sus desechos.
• Transportar semillas que luego pueden germinar donde han caído.
• Servir de alimento a numerosos depredadores.

En este enlace puedes leer acerca de Cuáles son los animales que migran y por qué.

• El ciervo se ha adaptado a una gran variedad de ecosistemas. Desde los bosques templados de Europa hasta las praderas de América o las montañas de Asia. Es un animal más esbelto, rápido y con un pelaje menos denso, diseñado para moverse ágilmente entre los árboles y escapar de los depredadores. Su dieta también es más variada y abundante, ya que habita regiones donde la vegetación está disponible durante todo el año.
• El reno, en cambio, es un auténtico especialista del frío extremo. Su cuerpo es más robusto, sus patas son más cortas y sus cascos anchos están adaptados para caminar sobre la nieve o el hielo sin hundirse. Mientras el ciervo busca refugio durante los inviernos más duros, el reno prospera en ellos, soportando temperaturas bajo cero gracias a su pelaje hueco que atrapa aire caliente y a una gruesa capa de grasa que actúa como aislante térmico.

Te animamos a conocer más sobre los Tipos de ciervos en este otro post.

Algunas manadas de caribúes del norte de Canadá y Alaska viajan más de 5.000 kilómetros al año, cruzando ríos helados, montañas y tundras que parecen infinitas. Este desplazamiento masivo no solo es una muestra de resistencia física, sino también de una precisión de orientación asombrosa. A pesar de que los paisajes árticos pueden parecer completamente uniformes, sin puntos de referencia visibles, los renos logran encontrar sus rutas año tras año.

Una de las curiosidades más peculiares de los renos es que sus rodillas hacen un sonido audible cuando caminan. Este “clic” o chasquido característico se produce cada vez que el animal mueve las patas, y aunque parezca un defecto, en realidad cumple una función muy útil.

Este sonido ayuda a los renos a mantenerse juntos cuando viajan en manada bajo condiciones de poca visibilidad, como durante las tormentas de nieve o las largas noches polares. Gracias a esos clics, los individuos pueden seguir el paso del grupo sin perderse, incluso cuando no se ven entre sí.

Otra adaptación sorprendente del reno al frío extremo está en su nariz, que funciona como un auténtico intercambiador de calor natural. Antes de que el aire helado llegue a sus pulmones, los conductos nasales del reno lo calientan y humedecen, evitando daños en el sistema respiratorio.

Este proceso ocurre gracias a una compleja red de vasos sanguíneos que calientan el aire con la sangre tibia del cuerpo. Al exhalar, el reno también recupera parte del calor y la humedad, reduciendo así la pérdida de energía.

La figura del reno se ha convertido en un símbolo universal de estas fiestas, gracias a las historias que lo asocian con Papá Noel y su trineo mágico que viaja por el cielo repartiendo regalos.

Esta tradición tiene raíces más antiguas de lo que parece. En los pueblos del norte de Europa, especialmente entre los sami y otros grupos indígenas del Ártico, el reno ya era considerado un animal sagrado mucho antes del cristianismo. Se le veía como un guía espiritual que conectaba el mundo terrenal con el celestial, capaz de viajar entre ambos planos gracias a su fuerza y resistencia.

Con el paso del tiempo, las leyendas nórdicas y las tradiciones cristianas se mezclaron, y el reno pasó a formar parte del mito moderno de Santa Claus. Así, lo que comenzó como un mito invernal se transformó en una tradición mundial. Detrás de las luces y los villancicos, el reno sigue siendo un símbolo de adaptación, nobleza y magia natural que une culturas y generaciones cada diciembre.

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