Cratón: qué es, características, partes y ejemplos

Un cratón, también llamado cratógeno, es una de las piezas más antiguas, estables y duraderas de la corteza terrestre. Se trata de extensas porciones de continente que han logrado mantenerse casi intactas durante cientos o incluso miles de millones de años, resistiendo los ciclos de fragmentación y colisión que moldean al planeta. A diferencia de otras zonas más jóvenes y dinámicas de la corteza, los cratones destacan por su rigidez y por la solidez de su estructura interna.

La mayor parte de un cratón está formada por rocas ígneas y metamórficas muy antiguas, en muchos casos con edades superiores a los 2.500 millones de años. Estas rocas constituyen lo que se conoce como escudos cristalinos, que a veces afloran en superficie y otras veces se encuentran cubiertos por sedimentos más recientes. Debajo de ellos suele ubicarse una litosfera excepcionalmente gruesa y fría, lo que contribuye a su estabilidad a lo largo del tiempo.

Los cratones cumplen un papel clave en la reconstrucción de la historia geológica. Al conservar señales químicas y estructurales extremadamente antiguas, permiten estudiar cómo eran las condiciones de la Tierra primitiva, cómo se formaron los primeros continentes y qué procesos impulsaron la evolución del planeta. Además, estas regiones suelen concentrar importantes recursos minerales, como oro, diamantes y metales del grupo del platino, cuya formación está vinculada a eventos muy antiguos del manto y la corteza.

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Un cratón es una porción muy antigua y estable de la corteza continental. Su resistencia a los procesos tectónicos, su larga historia geológica y la particular composición de sus rocas lo convierten en una pieza clave para entender cómo se formaron y evolucionaron los continentes. Entre sus características más destacadas encontramos:

• Gran antigüedad geológica: Los cratones suelen contener rocas con más de 2.500 millones de años. Muchas provienen del Arcaico (el período más antiguo de la era precámbrica) y conservan registros de los primeros procesos que consolidaron la corteza terrestre.
• Estabilidad tectónica: Se mantienen rígidos y poco deformados a lo largo del tiempo. No participan activamente en colisiones o subducciones actuales y las deformaciones internas son mínimas.
• Litosfera gruesa y fría: Su base está formada por una litosfera continental muy espesa, que puede superar los 200 kilómetros. Esta estructura rígida actúa como un “escudo” frente a procesos del manto.
• Composición dominada por rocas ígneas y metamórficas: Son típicos los gneises, granitos y rocas verdes, que conforman los llamados “escudos cristalinos”. En muchos casos afloran en superficie, en otros, están cubiertos por sedimentos más jóvenes. Aquí puedes aprender más sobre las Rocas ígneas: qué son, características, formación, tipos y ejemplos y Rocas metamórficas: qué son, características, tipos y ejemplos.
• Baja actividad sísmica: Debido a su estabilidad interna, los cratones no suelen presentar terremotos importantes, salvo cuando tensiones lejanas se transmiten a través del continente.
• Presencia de cuencas sedimentarias antiguas: Aunque el núcleo del cratón es cristalino, a su alrededor o sobre él pueden formarse cuencas que acumulan sedimentos durante largos periodos sin sufrir grandes perturbaciones tectónicas.
• Riqueza mineral: Muchos de los grandes yacimientos de oro, diamantes, hierro y metales del grupo del platino se encuentran en cratones, donde procesos muy antiguos dejaron concentraciones minerales excepcionales.

Un cratón es una porción muy antigua y estable de la corteza continental. Aunque cada uno tiene su propia historia, comparten una estructura básica compuesta por sectores que cumplen funciones distintas dentro de la litosfera. Las principales partes de un cratón son:

• Escudo cristalino: Es el núcleo más antiguo y resistente del cratón. Está formado por rocas ígneas y metamórficas muy antiguas, que afloran en superficie. En estos escudos se preservan algunos de los registros geológicos más viejos del planeta. Suelen presentar gneises, granitos, cinturones de rocas verdes y estructuras que revelan la evolución temprana de la corteza.
• Plataforma o cubierta sedimentaria: Rodea o cubre parcialmente al escudo cristalino. Está formada por capas horizontales o suavemente inclinadas de sedimentos que se depositaron durante larguísimos periodos en ambientes relativamente tranquilos. Estas capas pueden incluir areniscas, calizas, lutitas y otros materiales que registran la historia más joven del cratón, aunque igual se trata de tiempos geológicos muy extensos. La plataforma funciona como una especie de mantón que oculta el núcleo cristalino cuando no aflora.
• Raíz litosférica profunda: Es la base del cratón, una región del manto litosférico muy fría, rígida y excepcionalmente gruesa. En algunos casos supera los 200 kilómetros de espesor. Su fortaleza es la que permite que el cratón permanezca estable durante miles de millones de años, resistiendo deformaciones asociadas a la tectónica de placas. También influye en la circulación del manto y en la formación de ciertos minerales, como los diamantes.

Cratón del Kaapvaal (Sudáfrica)

Es uno de los cratones arcaicos mejor conservados del planeta. Sus rocas superan los 3.000 millones de años y ofrecen una ventana excepcional a la Tierra primitiva. En esta región se encuentran los famosos tubos kimberlíticos que alojan diamantes, resultado de procesos profundos del manto. El Kaapvaal también forma parte del antiguo supercratón Kalahari, que en su momento estuvo unido a otras masas continentales del hemisferio sur.

Cratón del Pilbara (Australia)

Ubicado en el noroeste australiano, el Pilbara conserva algunos de los estratos sedimentarios y volcánicos más antiguos del mundo, incluidos estromatolitos que registran actividad biológica temprana. Es un laboratorio natural para estudiar cómo se formaron los primeros continentes y qué condiciones favorecieron la aparición de vida. Su historia combina volcanismo intenso, cinturones de rocas verdes y antiguas cuencas sedimentarias.

Cratón del Amazonas (Sudamérica)

Se extiende por buena parte del norte de Sudamérica y constituye el núcleo más antiguo del continente. Sus rocas abarcan edades desde el Arcaico hasta el Proterozoico y muestran huellas de múltiples ciclos orogénicos. A pesar de estar cubierto en gran parte por sedimentos de la Amazonia, conserva escudos expuestos —como el de Guayana— que permiten reconstruir su evolución. Además, alberga importantes recursos minerales metálicos.

Cratón Báltico (Europa)

Ubicado principalmente en Finlandia, Suecia y el noroeste de Rusia, este cratón es esencial para entender la formación del antiguo supercontinente Báltica. Combina terrenos arcaicos con cinturones paleoproterozoicos y ha permanecido relativamente estable durante cientos de millones de años. Sus rocas cristalinas y sus antiguas provincias ígneas lo convierten en una referencia para el estudio de la geodinámica europea.

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