Curiosidades de las ovejas

Una de las habilidades más llamativas de las ovejas es su capacidad para reconocer y recordar rostros. No solo identifican a otros miembros del rebaño, sino también a personas que han interactuado con ellas. Estudios han demostrado que son capaces de recordar una cara humana hasta dos años después de haberla visto por última vez. Esta memoria visual de largo plazo les permite distinguir individuos familiares de aquellos desconocidos y contribuye a un funcionamiento social más organizado.

Las ovejas cuentan con un sentido de la audición muy agudo. Pueden mover cada oreja por separado para captar sonidos desde distintas direcciones, lo que les permite detectar ruidos lejanos e identificar rápidamente posibles amenazas. Esta sensibilidad auditiva también es clave para comunicarse entre ellas y mantener la cohesión del rebaño, ya que los sonidos cumplen un papel fundamental en su vida social.

Por otro lado, poseen un buen sentido del olfato y disponen de glándulas odoríferas ante los ojos y entre las patas. Si bien la función de estas glándulas aún es incierta, aquellas presentes en la cara podrían desempeñar un papel en su comportamiento durante el cortejo.

Gracias a la ubicación lateral de sus ojos, las ovejas poseen un campo visual casi panorámico que varía entre 270° y 320°. Pueden ver lo que ocurre a su alrededor sin necesidad de girar la cabeza, una ventaja evolutiva esencial para detectar depredadores mientras pastan. Esto es así, salvo en algunas razas con vellón largo en la cara, en las que, salvo si se la esquilan, se reduce en gran medida su visión periférica.

No obstante, a pesar de tener un gran campo visual, tienen una pobre percepción de profundidad. Las sombras y los cambios de nivel en el terreno pueden hacerlas retroceder y por lo general tienden a evitar las zonas oscuras y quedarse en sitios bien iluminados. Sus ojos tienen muy baja hipermetropía y un ligero astigmatismo. Estas características visuales les permiten generar una imagen retiniana bien enfocada de objetos, tanto a media como a larga distancia.

En un rebaño no todo es azar: algunas ovejas destacan como líderes naturales. Suelen ser las primeras en moverse, y el resto del grupo las sigue instintivamente. Esta jerarquía, aunque sutil, ayuda a mantener el orden cuando hay que pastar, desplazarse o reaccionar ante un peligro. Además, este comportamiento está relacionado con el instinto de supervivencia.

Aquí se vuelve importante recordar cómo se llama el macho de la oveja, ya que en el manejo tradicional del rebaño el macho (conocido como carnero o morueco) puede influir en la dinámica grupal, especialmente durante la época reproductiva. Su presencia modifica el comportamiento de las hembras y del resto de los individuos, reforzando la importancia de los roles dentro del grupo.

Las ovejas fueron uno de los primeros animales domesticados. La oveja doméstica se originó en Europa y en las regiones frías de Asia, y desciende de los animales del grupo de los antílopes de la era prehistórica. A lo largo de miles de años, la selección humana dio origen a numerosas razas con diferentes tipos de lana, comportamientos y capacidades de adaptación. Su presencia ha sido clave para el desarrollo de la agricultura, la producción textil y la organización de comunidades rurales.

A pesar de su comportamiento tranquilo y pacífico, las ovejas pueden ser muy ágiles. Algunos individuos poseen una gran capacidad de salto, lo que les permite superar zanjas, rocas o desniveles con facilidad. Esta habilidad resulta útil cuando deben desplazarse por terrenos montañosos o escapar frente a amenazas.

Los balidos no son simples sonidos sin intención. Cada variación en tono, intensidad o ritmo tiene un propósito: llamar a un cordero, alertar sobre un peligro, expresar incomodidad o simplemente mantener el contacto con el resto del rebaño. Una oveja, por ejemplo, emite un balido particular para su cordero, que este reconoce incluso entre docenas de animales.

Las ovejas no solo viven en grupo por seguridad: también forman lazos sociales fuertes. Reconocen a sus compañeras habituales, buscan la cercanía de individuos específicos y pueden sentirse ansiosas o inquietas si quedan aisladas. Este comportamiento indica que poseen un nivel de sensibilidad emocional que a veces pasa inadvertido.

Además de su relevancia en la producción ganadera, el pastoreo de ovejas cumple una función ecológica importante. Al alimentarse de vegetación baja, ayudan a controlar el crecimiento de hierbas y reducir la acumulación de material inflamable, lo que disminuye el riesgo de incendios. También contribuyen a la dispersión de semillas y a mantener los pastizales en buen estado. Asimismo, sus heces aportan materia orgánica y nutrientes vitales al suelo, contribuyendo al crecimiento de las plantas.

Lejos de ser animales "poco inteligentes", las ovejas pueden aprender de la experiencia, recordar rutas en búsqueda de agua o alimento y modificar su comportamiento si una estrategia no funciona. Se ha observado que pueden resolver laberintos simples y recordar la solución durante semanas. Su memoria espacial y capacidad de adaptación contribuyen a que puedan vivir en ambientes muy diversos.

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